"EL VIAJE DEL PARNASO"
Se conmemoran cuatrocientos años del nacimiento de Cervantes, coincidentes también, con los cuatrocientos años de vida del Teatro Principal de Zamora. Un despliegue de actividades culturales y una programación teatral sin parangón hasta el mes de junio, vienen a corroborar que el Teatro es magia y que los hombres necesitan de esa magia ficticia para adentrarse en su propia realidad.
Ayer se representó "Viaje del Parnaso", cómo no, del inmortal Cervantes.
El Teatro, para la ocasión, lucía no sólo sus galas primorosas de ornamentación barroca, muy italiana, sino que en el vestíbulo se podía admirar una exposición de Máquinas Teatrales de efectos especiales a la antigua usanza. De su contemplación se deduce esa dualidad de percepción en la mente del espectador ante la obra, que se debate desesperadamente entre la ficción y la realidad. Una gran tormenta surgía dejando soltar una soga de la que se colgaban unas chapas metálicas. Esas chapas se iban golpeando una sobre otra en progresión para que se produjeran los más aterradores truenos...
El viento también ululaba en la sala ante el perplejo espectador mediante una especie de noria a la que se hacía girar una y otra vez. Dependindo de la velocidad se conseguía su intensidad mayor o menor.
Pero volvamos al Parnaso, el Monte de Apolo, donde las musas deambulan y se nutren los poetas de sus sueños. El propio Cervantes reúne a una pléyade de poetas para que luchen contra la invasión de "poetastros infames" que amenazan el Sagrado Monte Parnaso. Así va transcurriendo la obra, en medio de una puesta en escena genial, donde no sólo se pone evidencia la profesionalidad interpretativa,-cinco personajes en escena que representan al propio Cervantes- sino la habilidad con el arte de las marionetas que representaban a cada uno de ellos, elegidos por Cervantes-.
Todavía quedan poetas que viajan al Parnaso de su Imaginación para componer sus versos y reencontrarse con las musas de su fantasía para recorren caminos y atravesar fronteras allende los mares.
La obra así representada, pese a la profundidad de los textos, para los que se requiere cierta destreza literaria, fascina también a los adolescentes que se maravillaron ante el frenético ritmo de esas marionetas poéticas.
Cuatrocientos años de gloria para Cervantes y para el Teatro Principal de Zamora, cuyo responsable Daniel Pérez, se merece un buen aplauso.
A mi amigo poeta A.Afonso.
