Los susurros de Charo Antón
"Ya despuntan los sauces,
Sansón, y se abren los narcisos".
"Cuando pare de llover
los ríos
engrosando su cauce..."
"No sabes lo que dices.
La noche está muy fría
sin ti."
"Cae la lluvia sobre todas las cosas..."
Dice Charo en el libro que tengo entre mis manos, una primicia porque todavia no ha salido a la luz, que "la conjunción poema-collage, a modo de diario íntimo, surgió cuando me regalaron por mi cumpleaños un cuaderno con pastas de atractivos colores. Inmediatamente surgió en mí el deseo de llenarlo."
Se diría que el libro de Charo es como un río al que se han arrojado miles de especies de peces de colores. Y cada uno con un cometido concreto. Y el río fluye imparable, desbocado, dejando a su paso el limo que fructificará sus orillas. Como los versos, como las pinturas aniñadas (o infantiles) al estilo de las que pintaba Miró. Y nostálgicas donde el recuerdo de la infancia permanece, como permanece el recuerdo de la autoridad materializada en el abuelo, tierna y sólida al mismo tiempo. Como se graba en la retina la propia imagen del rostro desdibujado en el espejo del río. Todo fluye armónicamente. Todo, como fluye el amor. Como fluye también el desamor. El mundo de las percepciones es ilimitado, por eso los versos y las pinturas de Charo Antón dan para tanto. Probablemente ni ella imagina lo que su trabajo sugiere.
Todo es, apenas, un susurro.