Colina de la cruces (Lituania)
El arte puede emanar, incluso, de la fe. El arte puede izarse sobre el limpio césped de un descampado para que el viajero se sienta intimidado, sorprendido, convulso.
Este lugar cobra vigencia desde el siglo XIV pese a los continuos saqueos e incendios. Los fieles: mujeres, hombres, niños de Lituania o de cualquier lugar dejan allí su pequeña gran obra, que no es otra que contribuir a un simbólico gesto de fe. Allí se honra la memoria de los lituanos asesinados, desaparecidos o muertos y se muestra así, descarnado, crucificado. Miles y miles de cruces, rosarios, medallitas, recuerdos inverosímiles con un distintivo común: el recuerdo, la solidaridad y conmiseración.
Sigular este espacio lituano. Singular este país tan desconocido.