Friday, April 06, 2012

C(H) CEURS (Coros/Corazones) En el Teatro Real


El mandato del poder: Callad malditos.


El hombre necesita de sí mismo para sobrevivir.


Sí, tú has podido nacer a un lado o a otro del Poder. No olvidemos que el Poder son los otros. Ellos, hombres como tú y como yo.


Nos resta llorar por el gran pecado del mundo.

Con música de Verdi y de Wagner, el Teatro Real de Madrid ha puesto en escena "Coros/Corazones", ópera polémica y desgarrada donde la música ha puesto en tensión, en todo momento, a público y actores. La representación, no exenta de polémica da un repaso a la situación de crisis por la que pasa el mundo. Situación que hace que el Poder y el oprimido hayan encontrado la fórmula de desencuentro y confrontación. Las revueltas árabes, los indignados del mundo, las luchas intestinas de la Europa del Este y las desigualdades en las que se mueven unos y otros han sido el germen donde Alain Platel ha encontrado su inspiración.

Un escenario infinito, grandioso, se abre sobre sí mismo para dar cabida a unos actores que se contorsionan y se mueven hasta la extenuación. El dolor se ha hecho presente y ya nada lo parará. El dolor traspasa esa barrera invisible entre el público y el telón y ambos forman parte de un todo, un todo donde la música, las luces, la coreografía, los actores, entregados a sí mismos, se olvidan de que están en el escenario.

El alma se va encogiendo poco a poco y hace que el espectador tome conciencia, si es que no la tenía ya, de que nos hemos equivocado, de que se ha equivocado el Poder, se han equivocado los que nos dejamos utilizar, se ha equivocado el sistema que todo lo emponzoña, nos hemos equivocado. Y ni siquiera esos a los que se les ha agigantado el pie para pisar indiscriminadamente al vulnerable están satisfechos, nadie se libra de este desasosiego, de esa sensación de dolor y de injusticia. Nadie es capaz de seguir con esta farsa.

Tal vez el arte, escapándose de los cauces legales por los que nos tenía acostumbrados, sea el único capaz de transformar el mundo. Al menos C(H) CEURS lo intentó con su soberbia representación.