Friday, August 07, 2009

Menonitas: otras gentes, otras culturas








Son, aproximadamente, un millón y medio sin contar a los hijos no bautizados porque se les deja que sean ellos los que decidan si se bautizan o no. Se encuentran repartidos por 82 países. En el sur de Bolivia, en Santa Cruz de la Sierra, viven unos 56.000 menonitas.

Apenas se sabía de las normas de este grupo social y apenas se sabía nada de los menonitas. Han sido los recientes acontecimientos, las violaciones a más de cien mujeres menonitas en Bolivia , precisamente, lo que saca a la luz la vida de este grupo social que vive sin teléfono, sin internet, sin televisión, sin música, trabajando de sol a sol, sin fumar ni beber, sin luz eléctrica, sin electrodomésticos, sin nada, en definitiva que les conecte con el mundo actual que conocemos. Su religión se lo prohibe y se lo prohibe su obispo porque "estos han elelgido la senda más sinuosa de la vida".

Las fotografías que ilustran este post fueron tomadas el pasado año en el mes de octubre, en el aeropuerto de Santa Cruz (Bolivia). Una familia extensa, al completo, irrumpió de pronto en la sala donde esperábamos a que anunciaran nuestro vuelo. Un matrimonio algo mayor,-los abuelos- una pareja más joven con sus hijos, varios menores y un bebé y una joven sola, se acomodaron junto a nuestro grupo en la sala de espera. Cada cual portaba su sencillo equipaje y los más pequeños atentos a las instrucciones de los padres, sin jugar, sin correr, sin peleas. Nada en su actitud hacía pensar en la edad que mostraban. Sin pretenderlo llamaban poderosamente la atención, por su vestimenta, fuera de cualquier època y lugar y por su actitud recatada, sumisa y humilde. Aún siendo conscientes de que eran observados no se atrevían a devolver la mirada, siempre baja, siempre recogida.

No sé cómo, pero conseguí que respondieran a algunas de mis preguntas. Así supe que eran menonitas de origen alemán y afincados en Bolivia. Me permitieron sacarle las fotos y me sonrieron tímidamente cuando les mostré a las niñas mi cámara con sus preciosos peinados. Hasta entonces no sabía apenas nada de esta religión o de este modo de vida anclada en el siglo XVIII.

Las mujeres se confeccionan sus vestidos oscuros de manga larga. Llevan pañuelos anudados a la nuca o pequeños bonetes de ganchillo. Los hombres con monos con grandes petos y con sombreros como en el oeste americano. Los peinados, para los chicos, corto y para las chicas largo y siempre trenzado consiguiendo verdaderas filigranas de formas en sus cabecitas. Las mujeres no cuentan para nada, ni deciden. Acatan lo que dicen los hombres. Se dedican a cuidar la casa y a los niños. Se enamoran los domingos porque es el día fijado para tal fin y tienen que encontrar pareja porque es vergonzoso quedarse soltero. Las chicas, por supuesto, han de llegar vírgenes al matrimonio.

Las niñas, a partir de los 12 años dejan de ir a la escuela porque "ya saben todo lo que tienen que saber". Las únicas lecturas a las que tienen acceso son La Biblia y los 730 salmos del libro de himnos para cantar en la iglesia. Sin embargo, ya hay algunos grupos que se rebelan ante estas normas y tratan de eludirlas utilizando móviles o radiocassettes. Cuando descubre el obispo que alguno de los miembros de la comunidad ha usado un móvil, por ejemplo, es castigado a no dormir con su mujer en el periodo de tiempo que marque.

Vidas y costumbres, en definitiva, que llaman nuestra atención y que nos hacen reflexionar sobre la felicidad y el modo de hallarla.