LOS MAESTROS CANTORES DE NÚREMBERG- Nueva ópera en el Teatro Real de Madrid
“Los maestros cantores de Núremberg” se estrenó en Múnich en 1868 y forma parte del Canon de Bayreuth. La historia se desarrolla en Núremberg en el siglo XVI. Núremberg, entonces, era una ciudad Imperial y centro del Renacimiento. Una asociación de poetas y músicos aficionados, de clase media, desarrollan sus actividades artesanales enfocadas a la música donde ellos han creado sus propias reglas. Uno de los principales integrantes es el poeta zapatero Hans Sachs, el más famoso de los maestros cantores. A principio de siglo, el maestro era una figura que ejercía una notable autoridad con normas muy estrictas que llegaban al ámbito familiar. El respeto, era fundamental. El maestro controlaba la clase para preparar la materia y la evaluación y acompaña al alumno en su proceso de aprendizaje. Se trata de saber transmitir mediante una determinada metodología para acercar el tema al otro. Para realizar el libreto, Wagner utilizó diversas obras literarias. “Los Maestros Cantores” es la única comedia entre sus óperas de madurez. Esta ópera tiene un gran significado simbólico. En ella, Wagner expresa sus opiniones sobre la música ya que los maestros cantores serían los únicos profesionales y no admiten novedades. Pero Wagner aplica sus propias reglas sin sujetarse a los convencionalismos. La obra tiene una importante dimensión política ya que se ambienta en una época en la que la unidad nacional alemana era un tema candente y se utilizaba la cultura y la música para promoverla. Se trataba de luchar por la libertad creativa, la honestidad y el amor sincero. Por otro lado, la música de “Los maestros cantores de Núremberg” se caracteriza por ser melódica y rica en armonías. Wagner incorpora motivos musicales asociados a personajes o ideas para enlazar la trama y dar cohesión a la obra. Destaca también por sus diálogos ingeniosos y sus arias en las que se detectan tanto la personalidad de los personajes como los conflictos que los envuelven. La ópera consta de tres actos: En el primero, en la Iglesia de Santa Catalina de Núremberg, se oye una magnífica obertura orquestal. Walther se dirige a Eva y le pregunta si está comprometida con alguien. Ella, nada más verlo se enamora perdidamente de él. Le responde que su padre, el maestro cantor, la ha comprometido con quien gane el concurso de canto de la Cofradía de San Juan. La doncella de Eva ayuda a Walther en el arte de los cantores para poder conseguir la mano de Eva. Los aprendices se preparan en la iglesia para el encuentro, pero advierten a Walther que no es fácil convertirse en maestro cantor. Se requieren muchos años de aprendizaje. Aunque a Walter le resulta muy complicado está decidido a encontrar un lugar para entrar en la cofradía. Trabaja mucho y se esfuerza, pero, al final, sus esfuerzos son vanos y será rechazado. El segundo acto David informa a Magdalena del fracaso de Walther y algunos aprendices se desilusionan con la noticia. El padre de Eva tiene grandes dudas sobre si conviene o no ofrecer la mano de su hija a Walther. Walther le dirá a Eva que ha sido rechazado y ésta se pone furiosa. Hablarán sobre una posible huida. En el acto tercero David y Sachs tratan de las festividades del día de San Juan, el día onomástico de Hans Sachs. David recita sus versos y marcha para preparar la fiesta. Sachs da a Walther una lección sobre la historia de la filosofía de la música y de los maestros cantores y le enseña a moderar su canto de acuerdo con el espíritu de sus reglas. Walther compone una nueva canción para el premio en un estilo más que aceptable. Y Sachs escribe los versos conforme Walther los canta. Los dos hombres se marchan para vestirse para la fiesta. Eva llega al taller en busca de Walther. Se queja de su zapato y Sachs se da cuenta de que el zapato encaja perfectamente en su pie. Mientras trabaja le dice a Eva que acaba de oír una bella canción. Eva grita mientras Walther entra en la habitación espléndidamente vestido para la fiesta y canta la tercera sección, final de la canción del premio. La pareja se muestra llena de gratitud hacia Sachs. El zapatero los aleja con quejas de su trabajo como zapatero, poeta y viudo. Admite que pese a los sentimientos hacia Eva está decidido a evitar el destino del rey Marke, (un hombre viejo intenta casarse con una mujer mucho más joven). Da la bendición a los jóvenes. Por fin, llega el día de San Juan y todas las cofradías celebran sus procesiones. Llegan los maestros cantores y el público canta las alabanzas de Hans Sachs, el más amado de los maestros. Comienza el concurso donde reina una gran confusión. El público, perplejo, sin entender que el gran Hans haya escrito una mala canción. Confiesa que no es suya pero que es una bella canción que los maestros amarán cuando la oigan cantada correctamente. Llama a Walther para que la cante y la gente queda maravillada ante la novedad de la canción. Declaran a Walther ganador, y los maestros cantores quieren que sea un miembro de la cofradía allí mismo. Al principio Walther se siente tentado a rechazar la oferta, pero Sachs interviene una vez más y explica que el arte, incluso cuando es un arte contrario y rompedor como el de Walther, sólo puede existir dentro de una tradición cultural, tradición que lo sostiene y mejora. Walther está convencido; está de acuerdo en unirse. Pogner coloca la medalla simbólica de maestría alrededor de su cuello, y la gente canta una vez más en alabanza de Hans Sachs, el amado maestro cantor de Núremberg. Concha Pelayo
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