Tuesday, July 06, 2010

“Tibet” fotografías de Laurent Zylberman.






¡ÚLTIMO TÍBET GRITA!
Diario de un viaje iniciático al país de las nieves
Por Eric MEYER*

Introducción


Del 20 de septiembre al 4 de octubre del año 2008, tres Franceses y un Chino, viajamos por dos semanas a Tibet.
Fue un privilegio muy raro: después los motines del 14 al 16 de marzo de 2008, éramos los primeros occidentales autorizados a volver en la región prohibida, resguardada por militares traumatizados y armados hasta los dientes.
La sorpresa fue importante. Incluso antes de estos acontecimientos sangrientos, la administración del “territorio autónomo” había sido avara con los permisos de residencia, excepto para turistas ricos, fieles amistades de familias euro-chinas y hombres de negocios - y aún, no a todos.
El Tíbet continúa siendo una tierra sometida recientemente, que Pekín teme aún no controlar bien.
Después de la insurrección, el Techo del mundo se ha vuelto a cerrar como una ostra. Funcionarios y militares, Tibetanos y Hans (u otras minorías étnicas) de la calle, ganaderos trashumantes de las estepas parecen un enjambre de avispones al cual un visitante torpe hubiese dado un puntapié. Con todo, en estas difíciles circunstancias, obtuvimos el permiso especial de quince días de estancia: un “milagro” del que la explicación vendrá más tarde.
La visita iba pues a desarrollarse en un ambiente tenso. Estas dos semanas me han dado el sentimiento de haber visto la gran rueda del tiempo detenerse, en un concierto a chirridos de piñones mal engrasados. Hasta parece haber invertido su movimiento, la rueda, y haber vuelto en sentido opuesto para sumergirnos en la atmósfera de pesadilla que había sido la masacre de Tian An Men, veinte años atrás. Un ambiente apelmasado de miedo y desconfianza, de denuncia, de propaganda. Estas dos semanas no hemos visto un sólo momento en que la vigilancia sobre nosotros aflojase, limitados en nuestros movimientos, nuestro derecho a hablar y oír.
Mil incidentes de este viaje nos hicieron reír, a veces chirriar de los dientes. De todo este material, de todos estos encuentros, querría extraer un sentido: ¿cómo evoluciona este Tíbet, después de 50 años de desarrollo bajo administración china? China socialista y Tíbet del exilio llevan una guerra fría, en la que está en juego el derecho moral a dirigir este macizo de alta montaña. Como armas, cada uno guarda “su” historia (no es la misma de cada lado) y sus mitos, su visión de la economía y su precio de la sangre. Viéndolo más de cerca, esta guerra fría expresa también, algo más antiguo que la invasión de 1959 por el Ejército Popular de Liberación, una disidencia entre los tibetanos sobre el tipo de relación que debe mantenerse con su vecino gigante. Otra guerra similar, por otra parte, en curso en China, entre los Han, sobre el modelo de sociedad que debe elegirse, y la relación entre el Estado y el individuo - sobre el derecho de fiscalización del ciudadano sobre los asuntos de la nación.
En la actualidad, queda claro, los Chinos no están dispuesto a dejar el Techo del mundo, y su inventario de reservas, nada no los hará ir.
Tibetanos y Han, dos culturas venerables y antiguas, no se comprenden, pero tienen ambas tanta legitimidad, como cosas por aportarse mutuamente. En estas condiciones, la única cosa que queda por hacer a esta gente destinada a convivir, es trabajar juntos en hacer la vida menos dura.
Y nosotros, visitantes, testigos, lectores, terceras partes podemos ayudarles a pulir sus ángulos, haciendo evolucionar su visión de ellos mismos en un sentido menos sectario, refutando las dos tesis extremas, la de Pekín como la del séquito del Dalai Lama.
Pekín, septiembre 2008- septiembre 2009
*Traducción Diego Alonso – Madrid, Junio 2010.


Esta interesante muestra fotográfica podrá verse a partir del día 16 de septiembre de este mismo año.

Galería de Rita Castellote,
Calle de San Lucas nº9 de Madrid.
www.galeriaritacastellote.com

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