La joven Anna Elizabeth Salova, ha sido galardonada con el premio "DKV seguros Fresh ART 2019", una iniciativa de la compañía aseguradora que nace con la intención de impulsar la creatividad e innovación a través del arte para jóvenes estudiantes de entre 16 y 18 años.
El premio de este año ha sido para esta joven promesa que sorprende por un trabajo cuya calidad artística lleva a los expertos a pensar que se trata de alguien cuya trayectoria pictórica viene avalada por toda una vida dedicada a la pintura. Sin embargo, la obra que tenemos delante ha salido del talento de la joven Anna, que no sólo ha conseguido la perfección en su estilo pictórico, en formas y cromatismo, sino en realizar un retrato psicológico de los personajes, dos jóvenes cogidos de la mano.
La primera impresión, al mirar la obra de Anna, nos lleva al gran Hopper, (incluso a Picasso, por los trazos de los rostros), cuyos personajes tienen cierta languidez, muestran sus sentimientos, su ensimismamiento, si cabe, características que se observan, sobre todo, en la obra de Hopper. Y esto es, precisamente, lo que nos cautiva de esta joven artista que sabe dotar a sus personajes, no sólo de belleza, sino de sensaciones. No puede dejarnos indiferentes esta pareja que se muestra abstraída, cada cual en sus propios pensamientos, enlazadas sus manos aunque apenas se rocen; nos sorprende la mirada del joven dirigida al infinito, sin ver, una mirada limpia que mira al futuro. Como nos inquieta la mirada de la mujer, entre maternal y protectora, una mirada madura llena de experiencia. El espectador siente curiosidad por estos dos personajes intentando adivinar la escena, intentando adivinar si van de viaje, sentados en el compartimento de un tren, o si están en el sofá de su casa ante el televisor. El espectador sigue absorto, complacido en lo que ve. Dejándose llevar por la imaginación.
Sólo los grandes artistas consiguen ese diálogo entre autor y espectador. Por eso la obra de Anna es tan singular.
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