CAPRICCIO, de Richard Strauss en el Teatro Real
Aquellos que se han acercado alguna vez al Jardín del Capricho de Madrid, no podrán evitar, ante la representación de la ópera Capriccio, de Richard Strauss que se estrena estos días en el Teatro Real, en establecer comparación entre ambos ambientes. El Jardín del Capricho de Madrid lo mandó construir la duquesa de Osuna, un espacio lleno de belleza donde los sentidos se colman de vegetación, agua quieta o en movimiento, obras de arte por doquier, elementos en suma que se confabulan para que el hombre encuentra la paz y el sosiego que necesita para hallar la felicidad. Un ambiente hedonista, como el que nos ofrece la ópera de Strauss pese a que en su trasfondo late el drama de la Segunda Guerra Mundial y en el corazón de la Alemania nazi. La ópera Capriccio, está basada en una obra de Stefan Zsweig. Se estrenó en Munich en 1942, siete años antes de su muerte y fue la última de las óperas que escribió el compositor. La acción se desarrolla en el castillo de la Condesa Madeleine, en el año 1775. La condesa es una mujer sofisticada y elegante, que rebosa amor pero que duda entre sus dos pretendientes, entre el poeta Oliver y el compositor Flamand. La condesa da una fiesta y entre los invitados se encuentran el empresario teatral La Roche y la actriz Clairon. Va a celebrarse su cumpleaños y la obsequiarán con una obra de teatro que crearán ambos enamorados, pero entre ellos hay tal rivalidad que el proyecto da origen a un reñido debate donde la filosofía será el eje principal de sus encendidas conversaciones. Ambos se enzarzan en interminables consideraciones para demostrar si la música supera a la palabra o si ésta supera a la música. Vuelven a la realidad cuando el empresario teatral les hace ver que sin un mecenas, un benefactor que sufrague los gastos de la obra no se podrá llevar a cabo idea tan romántica. La condesa Madeleine conversa con su hermano y llegan a la conclusión de que tanto las palabras como la música los provocan los sentimientos. Como ejemplo la condesa le dice a su hermano que el amor que siente por Clairon es lo que le hace amar la palabra, mientras que éste le dice que la pasión que ella siente por la música es paralela a la atención que le presta Flamand. Y la condesa se pregunta, ¿a quién debe elegir? Un momento crucial para Madeleine que sabe que a veces las decisiones son trascendentales para la propia vida. El espectador se quedará con la duda sobre la decisión de la condesa. Sólo el mayordomo que siempre ha estado a su lado tendrá la solución. Mientras esto ocurre en medio de un ambiente de placer y hedonismo, se van desarrollando conversaciones de gran calado intelectual, los bailarines danzan, se conciertan citas para dar rienda suelta al amor y los criados sirven refrescos y están atentos a las conversaciones y se irritan mientras esperan que algún día, ellos puedan también ser incluidos en el reparto. En palabras de Joan Matabosh, director artístico del Real: "La ópera Capriccio es una de las obras maestras más singulares de la historia del género". Ficha técnica: Capriccio, de Richard Strauss (1864-1949) Libreto: Richard Strauss y Clemens Krauss Basada en la obra de Stefan Zweig Director musical: Aasher Fisch Director de Escena: Christof Loy Orquesta Titular Teatro Real Duración 2 horas 20 minutos Días: 27,29,31 de mayo y 2,4,6,9,11 y 14 de junio
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