FAUST ABRE LA NUEVA TEMPORADA DEL TEATRO REAL
Bella, provocativa, sensible, magnífica. Así se presentó en el Teatro Real, Faust, para estrenar la nueva temporada. Ni los lazos amarillos, ni los silbidos, ni los Reyes en su palco sin saber qué hacer, ni los vítores ni los aplausos restaron un ápice la belleza de la puesta en escena de esta ópera basada en aquel Fausto de Goethe que fue libro de cabecera de muchos jóvenes de mi época aunque entonces no sabíamos muy bien a qué atenernos sobre su contenido. Hoy, con el paso de los años, con la evolución social, con la versatilidad con que se atisba cuanto nos rodea, hay que saber entender este Fausto cuyo libreto de Jules Barbier y Michel Carré inquieta a un público todavía no superado el espanto que le produce lo desconocido. Podría decirse que la música de Charlles Gounod lo llena todo y ésta es lo suficientemente potente como para prescindir de todo lo demás, pero en esta ocasión, la música, como casi siempre en la Ópera, forma parte de un todo imprescindible y necesario. Faust, plantea al espectador un dilema: si el hombre debe seguir la vorágine que lo lleva a la ambición desmedida, al poder absoluto, incluso a la creación de un monstruo que lo supla o, por el contrario, a saber prescindir absolutamente de todo, introducirse en la naturaleza al estilo Thoreau en Walden hasta quedar integrado en ella. Dice Joan Matabosch que es tanta la insatisfacción de Faust por haber reprimido sus instintos y aislarse del mundo que al despertar es como un volcán en erupción. Es Mephistopheles el verdadero hacedor de Faust, el que encarna cuanto ha reprimido. La blasfemia acaricia a la virtud. Todo se va fraguando para que al final Faust se sienta perdido en su laboratorio junto a los engendros que ha ido creando a lo largo de su vida. Pero hay que prescindir del Fausto de Goethe, del Faust de Gounod y dejarnos llevar por los personajes que llenan el escenario, por esos cuerpos femeninos de prominentes senos, de tafanarios explícitos, mujeres como diosas egipcias moviéndose, insinuándose. Hay que reparar, de pronto, en una estrella de rock que viene a romper la armonía estilística pero que se acopla a la mirada del espectador. El rockero lleva pantalones pitillo, un enorme tabardo de pieles y que no es otro sino el propio Mephistopheles que ha irrumpido en la escena. Óper en cinco actos. Música de Charles Gounod (1818-1893) Libreto de Jules Barbier y Michel Carré, basado en la obra Faust et Marguerite (1850) de Michel Carré y en la obra homónima (1808) de Johann Wolfgang von Goethe Estrenada en el Théâtre Lyrique de París el 19 de marzo de 1859 Estrenada en el Teatro Real el 18 de enero de 1865 Nueva producción del Teatro Real, en coproducción con De Nationale Opera & Ballet de Ámsterdam Se representa los días: 19, 20, 22, 23, 24, 27, 28, 30 de septiembre 1, 3, 4, 6, 7 de octubre
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