“NORMA” DE VINCENZO BELLINI: DIFERENTES PERSPECTIVAS
Ya sea la Norma que se representó recientemente en la
Royal Opera House bajo la dirección de escena de La Fura dels Baus, con la escenografía impactante de Alfons
Flores, o bien sea la Norma que se acaba
de representar en el Teatro Real de Madrid con Davide Livermore y Giò Forma como directores de escena y
escenografía, respectivamente, dejan la misma impresión en el espectador porque
éste acabará rendido ante el drama de esta historia de odio amor y celos que se desarrolla en la
Galia durante la ocupación romana en torno al año 50 a C.
Como espectadora de ambas representaciones, en primer lugar la Norma de Londres, tengo que decir que la primera impresión ante la montaña de cruces que aparece en el escenario nada más abrirse el telón es la misma que tuve en Lituania, en el Valle de las Cruces, un lugar inverosímil perdido en medio de la nada donde, a lo largo de los siglos, los fieles han ido dejando cruces por los desaparecidos, por los muertos en las guerras, por todos los lituanos que han sufrido las injusticias de la opresión o de las guerras.
Como espectadora de ambas representaciones, en primer lugar la Norma de Londres, tengo que decir que la primera impresión ante la montaña de cruces que aparece en el escenario nada más abrirse el telón es la misma que tuve en Lituania, en el Valle de las Cruces, un lugar inverosímil perdido en medio de la nada donde, a lo largo de los siglos, los fieles han ido dejando cruces por los desaparecidos, por los muertos en las guerras, por todos los lituanos que han sufrido las injusticias de la opresión o de las guerras.
A medida que va desarrollándose la obra en el Royal de Londres el
espectador irá reconociendo una ácida
crítica hacia los poderes fácticos, a esos poderes que llevan su filosofía hacia
a esa máxima de “haz lo que digo pero no lo que hago”. Lógicamente, han sido
muchas las críticas que se han vertido ante ese “atrevimiento” de la Fura dels
Baus al poner al desnudo los grandes pecados del catolicismo, de esa España
católica apostólica romana (y romántica) que no se sabe si está en plena
vigencia todavía para muchos españoles. También de los grandes pecados del
mundo.
Pero debemos centraremos en la historia que nos van a ir
contando unos actores apasionados que se han puesto en la piel de los
personajes y que consiguen contagiar al
espectador. Nos ceñiremos por tanto, en la historia de la Norma de Bincenzo
Bellini, y nos remontamos al siglo 50 a C, en un bosque sagrado donde viven los druidas,
que junto a los guerreros se han reunido
para ver la salida de la luna para que
la sacerdotisa Norma adivine mediante ceremonias religiosas la voluntad del
dios Irminsul.
En el acto I, Norma y Adalgisa, amigas y confidentes se han
enamorado del mismo hombre aunque a ambas se lo prohíba su religión. La primera
tiene dos hijos de Pollione, procónsul de Roma, aunque ella,
supuestamente, sea una sacerdotisa
virgen. Ha pasado el tiempo y Pollione
ya no ama a Norma porque se ha
enamorado de Adalgisa. Cuando ésta, en medio de grandes remordimientos de
conciencia confiesa a Norma su traición
a los votos de castidad que había contraído y Norma va rememorando su propio
pecado mientras escucha a su amiga, intenta consolarla y tranquilizarla y la
perdona, pero al interesarse por el nombre del hombre por el que ha perdido el
juicio y comprueba que es Pollione,
monta en cólera y toda su venganza y odio se dirigirá hacia él.
En el acto II los romanos,
al apercibirse de que se acercan los galos huyen para evitar una muerte segura,
Norma les reprocha su actitud porque no
han consultado la voluntad de su dios y les dice que todavía no ha llegado la
hora de la rebelión aunque profetiza la caída de Roma. Entonces corta el
muérdago sagrado invocando a la luna y
reza por la paz aunque druidas y guerreros exigen la guerra y planean la muerte
de Pollione. Norma les promete que morirá pero su corazón le pide que vuelva a
ella con el mismo ardor del principio.
Adalgisa y Pollione planean huir a Roma.
Y así va transcurriendo una ópera intensa y brillante donde la
tragedia se anuncia a cada instante como la escena en la que Norma blande el
cuchillo para asesinar a sus hijos y suicidarse después pues teme por ellos
aunque no lo hace porque Adalgisa demuestra gran fidelidad a su amiga y promete
que intentará convencer a Pollione para que vuelva con ella.
La escena final representa la pira donde Norma y Pollione
morirán juntos.
Norma es una de las ópera más potentes del panorama operístico.
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