"ALCINA" DE HÄNDEL EN EL TEATRO REAL DE MADRID
El director David Alden contempla el teatro como punto de
evasión y refugio para obviar la realidad inspirándose en la película de Woody
Allen, La rosa púrpura de El Cairo.
Junto a Ariodante y Orlando, Alcina conforma una triada que
se basa en el Orlando furioso de Ludovico Ariosto. Esta obra, como las
anteriores, cayó en el ostracismo tras ser representada en Braunschweig, en
1738. Posteriormente, dos siglos después, se representa en Leipzig en 1928 y en
España en 1943, en Barcelona.
La historia transcurre en la isla de la hechicera Alcina.
Ruggiero y Bradamante son los protagonistas. Ruggiero escapa de Bradamante con
frecuencia y ésta lo busca sin cesar hasta rescatarlo de un castillo encantado,
pero un caballo volador lo lleva hasta una isla en medio del océano. A partir
de este momento comienza la magia: lo real se convierte en imaginario y
Ruggiero descubre que la isla pertenece a dos hermanas hechiceras, Alcina y
Morgana. El espectador se sentirá atrapado y se dejará llevar por un mundo de
fantasía con el que podrá soñar durante toda la representación.
Resulta esclarecedor para adentrarse en la complejidad de
esta ópera apuntar algunos datos que nos descubre el propio director de escena,
David Alden, quién dice de sí mismo que él es un cantante frustrado que se aprende de memoria los textos y las
partituras. Añade, que al igual que el joven Ruggiero, escapa de la vida normal
y de sus responsabilidades, él también se escapa de la suya, huye para
escudarse en el mundo de la fantasía, de la ópera y del teatro – quién no ha
sentido, en ocasiones, deseos de escapar de algo-.
Sobre Alcina, manifiesta Alden, que después de 280 años de
haber sido compuesta por Händel, ofrece grandes similitudes con los
comportamientos actuales. Temas como el sexo o el lugar que ocupa la mujer
actual, los contempla con cierta distancia y hasta con ironía. El espectador
llega a la conclusión de que es el mundo irreal y fantástico el que querría
vivir, como Alicia en aquél país de las maravillas. En Alcina ocurren también
cosas mágicas donde vemos transformarse a los personajes en piedras, árboles o
animales salvajes a los que hay que destruir. Elementos que van sucediéndose en
escena mientras la música bajo la batuta de Chistopher Moulds al frente de la
Orquesta y coros del Teatro Real y las
voces de los siete cantantes llenan, con creces, las expectativas del público.
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