ANTONIO DE ÁVILA "Dos técnicas, un pintor..."
Hay ojos que miran de soslayo, dejándose llevar por la
inercia del movimiento porque las cosas fluyen, como la vida fluye, como todo
fluye.
Antonio de Ávila debe mirar extasiado y acariciar con sus
ojos como si los dedos fueran insuficientes para captar el objeto hasta hacerlo
suyo. Son sus dedos y son sus ojos los que
resuelven este prodigio pictórico convertido, esta vez, en un jardín “vertical”,
un jardín sobre lienzo. Así contemplamos estas obras llenas de belleza y
precisión. Belleza que se desparrama en motivos florales donde compiten en color
el rojo, el rosa, el amarillo, el verde frondoso de las hojas que las cobija. Precisión
porque vemos su obra en tres dimensiones: las flores emergen de la tela como emergen
de la tierra, en silencio, sin estridencia, para colmarnos de gozo. Incluso
podríamos pincharnos si no estuvieran protegidas por la transparencia del
metacrilato. Una maravilla pictórica que el espectador hace suya de
inmediato para establecer un vínculo
indestructible con el artista.
Existe gran delicadez, incluso cierta femineidad en la obra
del maestro Antonio de Ávila que hace de cuanto lleva al lienzo, objetos para admirar, para proteger, para acariciar;
como se acaricia la piel de un niño o el nacarado cuello de una joven. Así el espectador se introduce en el interior del
artista porque éste ya se ha introducido en nuestro interior.
Las hojas rodean a las flores y las abrazan, mientras éstas
se elevan, se desplazan a izquierda o a derecha, a su gusto, a gusto de la
habilidad del pincel que danza al albur de la voluntad del artista tras largas
horas, imaginamos, de observación contemplando su crecimiento.
Esta muestra es como un juego de luces y de espejos donde se
refleja la vida en la mirada y en el recuerdo. Una muestra que invita a evocar
paisajes y situaciones de infancia, juegos de niños allá, cada uno en su lugar.
El artista hace un guiño a los zamoranos y nos enfrenta con las aguas del
Duero: el perfil de la cúpula y la torre de la Catedral, los edificios
colindantes....los troncos rebeldes, quebrados, en primer plano mientras el
reflejo del agua se cimbrea en nuestros
ojos.
Sus obras se encuentran en numerosos centros repartidos por
toda España y sus premios y distinciones, innumerables.
Bellísima muestra de depurada técnica, de gran
profesionalidad pictórica.
Vayan a verla. La primavera entrará en sus ojos.
Del 26 de mayo al 10 de junio
Galería Espacio36 ZAMORA
www.espacio36.net
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