Lo llevaban a hombros, entre cuatro,
recorriendo presurosos el camino
atravesando gran parte del Camposanto.
A su paso iban dejando,
mirando sin ver,
indiferentes al destino,
otros cuerpos,
polvo ya,
que también un día,
a hombros,
sus amigos les llevaron
por idéntico camino.
Las gentes seguían silenciosas.
Inútiles ramilletes:
jazmines, claveles, rosas...
Ay, cementerios,
sólo sois ruinas humanas
cobijáis miserables ambiciones,
pasiones ocultas,
vanas...
Ay, cementerios,
entrañas insaciables
de materia amontonada.
Y las almas...?
Dónde las almas...?
La fotografía está tomada del Museo Regional de Castilla y León (Zamora)
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