Esta tarde mi Catedral se vistió de gala para recibir a la Orquesta Barroca de Friburgo con el Collegium Vocale Gent. Haendel fue el elegido para la ocasión. Durante dos horas el sonido de los violines, las voces del coro y de los solistas, una soprano y un tenor, nos transportaron a los asistentes al último eslabón del cielo, amoratado a esas horas de la noche.
Mientras así ocurría en el interior del sagrado recinto, fuera, el cielo besaba las aguas del Duero con su reflejos y éstas se dejaban besar. Las luces también refulgían en el agua y las piedras intentaban quitarles protagonismo. Ellas estuvieron primero.
Ese fue el marco ideal para un concierto de otoño.
Qué puedo decir yo...fue un lujo sentarse frente a la orquesta-en primera fila- cerrar los ojos y escuchar. Fue un placer para los sentidos y para mi espíritu errante. Consiguió emerger de mí misma y levitar sobre mi cabeza.
La música me trastornó por dentro y me transfiguró por fuera. Me convertí en violín y en ave furtiva que volaba sobre mi propia cabeza.
Todo discurrió plácidamente. Conjugación perfecta entre el director, los músicos y sus instrumentos y las voces que componían el coro. Bellísimas la de la soprano Johannette Zomer cuya presencia imponía delante del retablo mayor de la Catedral e imponenente la del tenor James Gilchrist.
Yo abría los ojos de vez en cuando, solamente, para mirar a los músicos, para no creer que se trataba de un sueño.
Así de hermosa lucía la Catedral de Zamora ayer, como cada noche, cuando me detengo a contemplarla desde el Puente de Piedra durante mis paseos. Se me asemeja un poquito a las mezquitas musulmanas. La redondez de la cúpula se debe a la influencia del arte bizantino. De ahí su estilo románmico-bizantino.
Hoy quiero mostraros la Catedral junto al Duero.
Buenas noches. Boa noite.
1 Comments:
Que felicidad poder escuchar essa música divina en un hogar tan precioso. Hoy hablando con mi mujer le conteste que me dava ganas de volver pronto a Zamora.
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