Tuesday, February 09, 2021

BACON/FROID en la Galería Marlborough de Madrid

Para introducirnos en "La condición humana", la Galería Marlbroug de Madrid acoge una veintena de litografías y aguantinas de Francis Bacon junto a media docena de aguafuertes de su amigo Lucian Freud, nieto del eminente psicólogo Sigmun Freud. En ellas se puede analizar, en profundidad, el trabajo de estas dos personalidades que vivieron tantas experiencias juntos. Los asuntos personales darían al traste con esta amistad, pero su trabajo podemos verlo hoy conjuntamente para que el espectador sepa relacionarlo. Sin duda, estas obras son las más atractivas e interesantes de Bacon. Todas ellas, muy inquietantes, reflejan al ser humano descarnado física y moralmente, al hombre miserable y débil en su vulnerabilidad, al que Sigmund Freud intentó analizar a lo largo de su dilatada vida. Obras que muchos han intentado desprestigiar, incluso ignorar, pero que nunca dejaron indiferente a quienes las contemplaron, precisamente, porque el observador, desde el primer instante de la contemplación de sus obras queda prendado y prendido ante el espectáculo de la carnalidad, sin tapujos, que el artista muestra en cada una de ellas. Dicen que hubo alguien que preguntó al artista que por qué no pintaba una rosa en vez de tanta inmundicia, a lo que Bacon respondió: “la rosa acaba marchitándose y muriendo”. Y es que la belleza y el horror siempre caminan junto al hombre sin dejarlo un solo momento en la vida. Bacon se inició en la pintura desde el momento en que conoció a Picasso y descubrió la obra del pintor malagueño cuando tenía 17 años. Después serían Manet, Degas, Gauguin, Van Gogh, Seurat, Matisse quienes siguieron influenciándolo. Su relación con la cultura española dejó una importante impronta en la obra de Bacon. Impresionado por el retrato que Velázquez hizo a Inocencio X, el artista realizó más de cincuenta reproducciones de esta obra, pero nunca quiso hacerlas del original sino de diferentes e importantes copistas. Zurbarán, El Greco o Goya también fueron artistas que subyugaron a Bacon en las diferentes visitas que hizo al Museo del Prado. Pero no sólo fueron los pintores famosos los que llamaban su atención, sino que también fue un ávido lector de la literatura francesa: Racine, Balzac, Baudelaire o Proust, son algunos de sus autores predilectos. Todo hizo de ello un hombre culto, de gran formación, aunque ello no impidió que llevara una vida bohemia y se dejara llevar por cuantos apetitos tenía a su alcance. Su padre, muy estricto, cuando supo de sus preferencias sexuales, lo mandó fuera del país para que le corrigieran tales “desviaciones”, pero lejos de conseguir los deseos de su padre, fue todo lo contrario pues se dedicó a dar rienda suelta a una intensa vida licenciosa. Eso sí, tenía por costumbre trabajar durante toda la mañana en su estudio. Por la tarde se vestía escrupulosa y elegantemente y se dedicaba a la diversión con sus amigos. Para no perdérsela. La muestra puede visitarse hasta el 27 de febrero Concha Pelayo

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